miércoles, 7 de abril de 2010


Vasos de Fido Dido *---*

Por un buen tiempo, Fido Dido fue el personaje publicitario más famoso y popular de los 80. Y como tal, tenía un montón de merchandising asociado: chapitas, poleras, lápices y hasta vasos, que eran increíblemente bonitos y súper fáciles de coleccionar. Había que juntar tres tapitas de 7UP y un par de monedas de cien pesos para canjearlos en casi todos los almacenes y supermercados del país.

Alcancé a tener varios y debo admitir que lo que verdaderamente me atraía era la figura misma de Fido Dido.

Sí, aunque no fuera real yo estaba enamorada de él. Me derretía por ese personaje flaquísimo y desgarbado que, con toda la irreverencia del mundo, aparecía en comerciales rechazando ternos y corbatas, y promoviendo el lema “piensa claro”.

No podía más del amor, pese a que ninguna de mis amigas compartía mi pasión. Ellas no lograban entender por qué preferíamirar un dibujo animado en lugar de gritar por sus queridísimos ídolos Pablito Ruiz o Ricky Martin. Paramí, ellos eran esperpentos siúticos que no le llegaban siquiera a los talones a mi guapo amor imposible.

Tampoco les gustó cuando lo vieron representado en una persona de carne y hueso, en un chiquillo que se llamaba Pablo. Arribó a nuestro barrio una linda mañana de abril. Era tan parecido a Fido Dido que, inconscientemente, logré sentir por él todo el amor que profesaba por el personaje del comercial. Era igualito: irreverente, tenía la cara alargada, ojitos juntos y estaba casi en los huesos. Además, estaba tan consciente y satisfecho de su parecido que, al igual que yo, coleccionaba vasos del personaje. ¡Ah!, y le encantaba cuando lo llamaban “Fido”.

Su imagen aún está grabada en mi memoria. Caminaba a saltitos, igualito a un saltamontes, porque sufría de tendones cortos, y siempre ocupaba las expresiones que estaban de moda en ese entonces; cuando algo le gustaba, decía, “está grosso” y si algo no le agradaba, tiraba un “filo”.

Por mucho tiempo sólo me conformé con mirarlo a la distancia, hasta que un día me cansé de ser tan asopada y me tiré al río: lo invité a mi cumpleaños. No sólo aceptó ir, sino que además me regaló camelias, lo que según todos fue una prueba irrefutable de su interés. Inclusomis amigas, que tanto lo desaprobaban, admitían que era un gestomás que tierno el de las flores y empezaron a entender por qué me gustaba tanto.

No daba más de la felicidad, me consideraba una Fida Dida total. Después del cumpleaños, él y yo nos vimos varios días seguidos. Nos sentábamos en el patio de mi casa a tomar leche con frutilla o 7UP en nuestros vasos Fido Dido. Hacíamos “salud” y nos mirábamos a los ojos. Claramente había onda, pero cuando estábamos a punto de empezar a pololear, a su papá lo trasladaron a Arica por razones de trabajo.

Fue una triste despedida y sólo me recuperé un par de meses después... Cuando encontré a otro doble del flaco personaje que coleccionaba vasos y que, afortunamente, también logré conquistar.

Sólo había que juntar 3 tapitas de 7UP y un par de monedas para tenerlos. xD