sábado, 30 de octubre de 2010

Xuxandalias

El otro día vía caminando por Estado y vi una vitrina en especial.
Los zapatos no era muy lindos pero al fondo, casi entrando a la tienda vi una sandalias que se me hicieron familiar.
Las mire, las mire, y dije, yo las conozco, ¿de dónde las he visto?. Una Sra. me miro... y me puse roja, hable muy fuerte parece xD.
Cuando me fui me acorde que eran las sandalias de Xuxa.



Sí, me acorde.
Me acorde que cuando salieron a la venta le pedí a mi mamá que me comprara un par.
Me acorde que cuando fuimos a la tienda todas las niñas pedían lo mismo.
Me acorde que estaba lleno.
Me acorde que las tuvimos que comprarlas al día siguiente.
Me acorde que cuando las tuve en mis manos, lo primero que hice fue oler su peculiar olor a chicle.
Me acorde que cuando las usaba todo el día mis pies terminaban hechos un asco.
Me acorde que cuando estaba mucho tiempo al sol me quemaba los pies, por el plástico.
Me acorde que a pesar de todo las quería mucho.
Me acorde que una vez dije que si las volviera a ver y que fueran de la talla que hoy calzo, las volvería a ocupar.




Cuando las tuve, al poco tiempo después se rompieron debido a que las tiritas eran muy frágiles, se rompían con facilidad.
Para ese entonces yo estaba enamorada de mis sandalias, o mejor dicho, de mis chalitas.
Aunque casi siempre me lastimaba con alguna piedrecilla, igual las quería.
No duraron mucho las chalitas en conservar la marca, porque al poco tiempo otras tiendas ya tenían mis chalitas amadas.
Cuando ya dejaron de ser las Xuxandalias para formar parte de otras tiendas, mi mamá prefirió comprarlas en Osito, una de las tiendas más lindas y tiernas hasta el día de hoy (aunque ya no calce lo mismo que antes, me gusta ver la tienda).

En Osito yo obtuve los 3 modelos de color; Azules, transparentes ("Blancas") y Rosadas.





Ahora me acuerdo, de las sandalias que vi en vitrina. No eran de plástico, se parecían pero no eran.

Si pienso ahora en lo que dije hace unos años atrás, creo que aún no he cambiado de opinión. Las usaría encantada pero en mi casa, por el simple hecho de que me quemaría en la calle con ellas.

Elegiría unas azules, definitivamente *---*





Nataly Himeko ʚϊɞ









Yo no soy pobre, yo soy... de escasos recursos, casi casi indigente, si no es por la tarjeta de gratuidad del consultorio.




domingo, 10 de octubre de 2010

Elena: Aquí viene su taza de té.
Graciela: Te pedí un café.
Elena: Me pidió un té.
Graciela: Te pedí un café, no me gusta el té.
Elena: Hace 10 años que ya no toma café, se acuerda.
Graciela: ¿Hace 10 años? No lo recuerdo, hace 10 años... hace 10 años era más joven, tráeme un café te digo.
Elena: No puedo, le prohibieron tomar café porque le palpita el corazón.
Graciela: Y de eso se trata... prohibido, ¿prohibido por quién? ¿Cuando? ¿Por qué?, el té tiene teína y la teína es un estimulante y nunca nadie me lo prohibió, el café despierta, quiero un café, tráeme mi café, el café que he tomado todas las mañanas de mi vida.
Elena: No puedo.
Graciela: No te oigo. (Se arregla el audífono)
Elena: ¡Que no voy a darle café por nada en el mundo!
Graciela: ¡No me grites!
Elena: (Le indica una perilla del audífono) Usted misma puede medir la distancia y los ruidos.
Graciela: Tú eres un ruido. (Se toca el audífono de su oreja) No quiero oírte más.
Elena: Vamos a quedar incomunicadas.
Graciela: Como si esto no fuera ya una cárcel, dame ese té que trajiste, pero sólo por esta vez Elena, y no te acostumbres ni tampoco me engañes mira que no estoy tan vieja como para no darme cuenta de las intenciones que tienes, ni tan ciega como para no ver lo que me das. (Toma la taza y mira su interior)
(...)


(Toma un sorbo de té, el contrabajo comienza una melodía, toma en su mano una pastillas que Elena dejó en un plato y la mira, la pastillas es un zoom lumínico y musical se transforma en la protagonista).


Manuela Oyarzún, Cabeza de Ovni