domingo, 10 de octubre de 2010

Elena: Aquí viene su taza de té.
Graciela: Te pedí un café.
Elena: Me pidió un té.
Graciela: Te pedí un café, no me gusta el té.
Elena: Hace 10 años que ya no toma café, se acuerda.
Graciela: ¿Hace 10 años? No lo recuerdo, hace 10 años... hace 10 años era más joven, tráeme un café te digo.
Elena: No puedo, le prohibieron tomar café porque le palpita el corazón.
Graciela: Y de eso se trata... prohibido, ¿prohibido por quién? ¿Cuando? ¿Por qué?, el té tiene teína y la teína es un estimulante y nunca nadie me lo prohibió, el café despierta, quiero un café, tráeme mi café, el café que he tomado todas las mañanas de mi vida.
Elena: No puedo.
Graciela: No te oigo. (Se arregla el audífono)
Elena: ¡Que no voy a darle café por nada en el mundo!
Graciela: ¡No me grites!
Elena: (Le indica una perilla del audífono) Usted misma puede medir la distancia y los ruidos.
Graciela: Tú eres un ruido. (Se toca el audífono de su oreja) No quiero oírte más.
Elena: Vamos a quedar incomunicadas.
Graciela: Como si esto no fuera ya una cárcel, dame ese té que trajiste, pero sólo por esta vez Elena, y no te acostumbres ni tampoco me engañes mira que no estoy tan vieja como para no darme cuenta de las intenciones que tienes, ni tan ciega como para no ver lo que me das. (Toma la taza y mira su interior)
(...)


(Toma un sorbo de té, el contrabajo comienza una melodía, toma en su mano una pastillas que Elena dejó en un plato y la mira, la pastillas es un zoom lumínico y musical se transforma en la protagonista).


Manuela Oyarzún, Cabeza de Ovni

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